La sonrisa que dibujaba y la felicidad que brotaba de ella, la tarde en que tomó en sus manos el premio India Catalina otorgado por hacer el mejor noticiero de la televisión colombiana durante 1997, fue quizás la misma alegría que sintió cuando le comunicaron que el robo de 7.000 armas al Ejército nacional había sido un éxito, es decir, los casi tres meses de trabajo que dedicó a esa misión durante los últimos meses de 1978 habían dado fruto.
El operativo tenía su sello de identidad, su propia firma. "7.000 mil armas para el pueblo M-19". El 2 de enero de 1979 se conocía públicamente la noticia y a su vez se desencadenaba una gran cacería de brujas en todo el país para dar con el paradero de las armas hurtadas y sobre todo con los autores, colaboradores y simpatizantes de aquel golpe. Fue un "golpe tan desproporcionado como desproporcionada la respuesta", comentó el ex parlamentario tolimense Darío Ortiz, analizando lo ocurrido, Jaime Bateman comandante del M-19 comentaría: "le tocamos las huevas al sistema" y el sistema se puso las botas para recuperar su prestigio a costa de todo, los guerrilleros nunca se imaginaron la respuesta de las FF.AA.
Solo al M-19 y a su comandante Jaime Bateman se le pudo ocurrir robarse todo un depósito de armas de las mismas entrañas del ejército, quizás de una de las guarniciones más vigiladas. Con una suerte increíble logran construir un túnel desde una casa vecina sin mayores conocimientos técnicos, con apenas malicia indígena y la inteligencia de mineros humildes hechos a punta de robarle carbón a las montañas del Cauca en las más difíciles condiciones, sumado a ello, un intenso convencimiento de que lo que estaban haciendo era por el país y por una revolución triunfante que estaba cerca. En los momentos más difíciles del operativo Rafael Arteaga los arengaba "esas armas son para el pueblo, compañeros vamos a hacer la revolución". Rafael Arteaga y su esposa Esther se convertirían en el nervio de la operación, en la familia modelo que tenia dos niños en uno de los mejores colegios de Bogotá, trabajadores, negociantes que nunca discutían o generaban escándalos en el barrio vecino al cantón, solo iban y venían con una camioneta. Rafael y Esther fueron la familia fachada, detrás de ellos y en el calor del hogar guardaban a 40 guerrilleros y una sencilla infraestructura que día y noche trabajaba para que entre la madrugada del 31 de diciembre y la tarde del 1 de enero de 1979 pudieran robarse de la "ballena azul" miles de armas sin disparar un solo tiro.
El libro revela en detalle cómo durante tres meses los guerrilleros ejecutaron el robo y al mismo tiempo cómo en otros lugares de Bogotá se construían caletas para esconder las armas. El comandante ‘Isidro’ es el otro gran protagonista, ingeniero estudiante en París y guerrillero, es él la persona que conoce todos los detalles de la operación, desde donde se compraron las picas y las palas hasta los lugares donde se escondieron las armas. Muchos datos concentrados en una sola persona que se convierten en un error grande que lleva al ejército a descubrir 15 días más tarde dónde estaban todas las armas. Según el propio Isidro el ejército lo torturó de una forma terrible y lo contó todo para salvar su vida.
La tortura es la otra cara de ‘Operación Ballena Azul’. Se recogen testimonios de salvajes sesiones de torturas y de detenciones arbitrarias reviviendo una época de represión bajo la figura del estatuto de seguridad en el gobierno de Turbay. El libro hace memoria de cómo artistas, políticos, médicos, estudiantes, sacerdotes fueron detenidos en todos los rincones del país y torturados tras las armas hurtadas del cantón.
El libro es revelador, cuando habla de las torturas ya que uno de los protagonistas habla de oficiales que estuvieron supervisando estas prácticas y según las víctimas estos hechos quedaron en la completa impunidad. También nos descubre a un M-19 que hasta ese momento no había probado en realidad qué era la guerra, un M-19 que hasta ese entonces no se había metido de frente con el Ejército y que nunca imaginó el golpe que le estaban dando a esa institución ni la respuesta que tendrían.
"El golpe fue desproporcionado como desproporcionada fue la respuesta del Estado" . En palabras de Gustavo Petro esa fue la gran prueba de fuego para los guerrilleros que a partir de ese momento fueron distintos y por consiguiente el "M" también cambió, es decir había perdido la "inocencia en chanclas" de la que hablaba Bateman. A partir de ese momento quedaron atrás los tiempos de hacer la guerra y esconderse en la casa de las madres.
Las armas del Cantón tuvo claro Bateman eran de gran aporte para la lucha guerrillera, pero también tuvo claro que no había tanto guerrillero para tantas armas, entonces decide hacer contactos para enviarlas a los sandinistas por intermedio de Omar Torrijos en Panamá.
El libro pone en duda el accidente en el que muere Jaime Bateman y relata cómo una humilde guerrillera tuvo la oportunidad de acabar con toda la cúpula militar de la época en medio de un banquete.
Esther fue la mujer encargada directamente por Bateman de "sostener la caña", recuerda que cuando salió de la casa desde donde se hizo el túnel el 28 de diciembre de 1978 supo que en algún momento tenía que contarle a sus hijos la verdad sobre su militancia y la de su padre como guerrilleros del M, y en el aeropuerto rumbo a Panamá se presentó obligada la ocasión. Los pasaportes eran falsos y sus hijos tenían otros nombres, "Juan Carlos, Rafa, hijos, tengo que decirles algo y quiero que pongan mucha atención. Su papá y yo somos guerrilleros del M-19 y ustedes a partir de ahora tienen otros nombres a si que si les preguntan ustedes se llaman Javier y Carlos Arteaga…".
Trigueña, espigada, que cuando se casa con una idea o empresa la saca adelante y mujer de palabra, hoy está por los 50 y tantos , con un acento que no es de aquí ni de allá porque tal vez al ser la responsable internacional del movimiento guerrillero durante los años de la guerra le hizo perder el acento girardoteño que la caracterizaba. Hija de un destacado líder comunista de los años 50 y acostumbrada desde pequeña a las persecuciones y a la militancia de izquierda, en esa época de persecuciones su madre le decía "mija para qué arregla la casa si todavía no la han allanado, espere el allanamiento" casi todos los días fueron allanados por ser comunistas, el serlo era delito, Esther vivió la intolerancia política y a la conspiración desde muy joven, militó en la juventud comunista y fue rechazada por Marulanda cuando se quiso ir para el monte, conoció el "M" y a Rafael Arteaga, se casó con los dos, al "M" lo dejo el día de la entrega de armas y a Rafael lo perdió en un combate, nunca encontraron su cuerpo. Siguió con su lucha por un país mejor desde otros escenarios. Hoy repite que ella no es de aquí ni es de allá, porque sabe que aunque se firmó la paz, hay un país que no perdona y quiere perpetuar los odios y la guerra, por eso vive con su maleta de un lado para otro visitando a sus grandes amigos como Gabriel García Márquez y Fidel Castro. Esther toda ella es una vida de aventuras y protagonista esencial de ‘Operación Ballena Azul’, la historia del robo de las armas del Cantón Norte que hoy 22 años después se revela.
El libro Operación Ballena Azul puede ser un relato sobre una gran aventura o una suma simple de testimonios pero solo pretende ser un buen reportaje a uno de los episodios que generó una avalancha de sucesos importantes para el país que el lector descubrirá con su lectura. Es pretensión del autor que se recuerden estos sucesos y que se reflexione sobre ellos con la seguridad de que allí hay claves para entender la crisis por la que atraviesa el país
No hay comentarios:
Publicar un comentario